El organismo dispone de una serie de mecanismos que protegen contra los agentes foráneos los cuales pueden causar enfermedades, infecciones y sepsis; éstos incluyen el sistema de defensa innato: barreras físicas (piel, membranas de mucosas), barreras químicas (pH, enzimas, lisozimas, células polimorfonucleares) y el sistema de inmunidad adquirida que incluye mecanismos celulares y humorales.
La interacción entre nutrición e inmunidad es un fenómeno apasionante y complejo; los alimentos en conjunto y sus componentes en particular , ejercen un papel importante en el desarrollo y preservación del sistema inmune; las deficiencias marginales, los excesos crónicos ó el desequilibrio entre nutrientes pueden dañarlo.
Los primeros trabajos realizados en niños con malnutrición calórico-proteica, mostraron que la infección y la malnutrición estaban ligadas ineludiblemente, siendo esto compatible con la hipótesis de que la depresión del sistema inmune en malnutrición, exacerba el riesgo y la severidad de las infecciones. Por otra parte, se ha demostrado que la deficiencia de aminoácidos específicos disminuye la respuesta a anticuerpos y en otros casos que el desequilibrio entre ellos , provoca una respuesta exacerbada. En la actualidad, las investigaciones se centralizan en el estudio de los efectos inmunoestimulador y antiinfeccioso de la glutamina y arginina ; la glutamina tiene una acción trófica a nivel de enterocito y es utilizado por las células de rápida velocidad de recambio, habiéndose demostrado un efecto específico estimulador sobre la síntesis de DNA que no pudo ser probado para otros aminoácidos; se ha reportado que un aumento en el consumo de arginina y nucleótidos exacerba la respuesta inmune, en particular, en períodos de estrés (quemaduras, trauma o sepsis).
La función de muchas células inmunocompetentes depende de pasos metabólicos que necesitan varios nutrientes como cofactores críticos; se ha mencionado que la deficiencia de vitaminas provoca la depresión del sistema inmune; los efectos más adversos se observan con la deficiencia de vitaminas B6, B2, A, C, E y Acido Fólico. Algunos autores han demostrado que un exceso moderado de vitaminas A, E y ciertos carotenoides potencian una respuesta inmune especìfica; no obstante la ingesta excesiva de vitamina A, puede deprimir el sistema inmune. Hasta la fecha, la función del Zinc en la respuesta inmune no está totalmente dilucidada; su intervención relacionada con la inmunidad incluye:
a) su función en el mantenimiento de la actividad biológica de la timulina,
b) su importancia en la DNA y RNA polimerasa, que sugiere su potencial acción en la regulación de la expresión del genoma para la diferenciación y proliferación celular de factores mediadores y reguladores del sistema inmune,
c) su necesidad para asegurar la actividad de muchas metaloenzimas que participan en reacciones que contribuyen a la eficiente respuesta inmune.
Recientemente, se ha centralizado la atención en la actividad de los macrófagos; su deficiencia conduce a una disminución en la ingestión linfocitaria. Por otra parte, el Hierro es necesario para la óptima función de las células natural killer, neutrófilos y linfocitos. En casos de deficiencia está reducida la capacidad bactericida y la proliferación de linfocitos en respuesta a mitógenos y antígenos; esto podría estar ligado, en parte, a la deficiencia de ribonucleótido reductasa, enzima indispensable en la proliferación celular. El Selenio es un cofactor de la glutatión peroxidasa, enzima que participa en los procesos de protección celular; su deficiencia produce la depresión de la respuesta inmune humoral y celular, comprobándose que los suplementos tienen efecto inmunoestimulante. Este hecho podría deberse a la conservación de la función de la enzima y la consiguiente protección de la integridad de las membranas celulares. El Magnesio tiene, además de sus funciones conocidas, un importante papel en el desarrollo y actividad de las células inmunes; la deficiencia provoca depresión en la respuesta humoral y celular, y en la vía alternativa del sistema de complemento. Se ha demostrado su relación con el desarrollo de cáncer; en algunos casos puede actuar como anticarcinogénico y en otros como causante del crecimiento tumoral. Su deficiencia podría estar asociada a las alteraciones en la población linfocitaria T; esta reducción llevaría a una disminución en el reconocimiento y eliminación de células neoplásicas por las células T colaboradoras y citotóxicas, permitiendo el desarrollo de clones malignos. Por esto, el efecto estimulador del Mg sobre la respuesta inmune puede ser beneficiosa en aquellas enfermedades tales como las del sistema hemolinforeticular; por el contrario, parece actuar como promotor sobre los tumores sólidos, por lo cual la suplementación con Mg podría estar contraindicada en pacientes con desarrollo de este tipo de tumores. Es de destacar, que algunos investigadores recomiendan la suplementación con este elemento mineral en individuos con cáncer, para prevenir los síntomas nocivos provocados por la hipomagnesemia.
Hay estudios que demuestran, que los lípidos dietarios desempeñan un papel inmunoregulador; los mecanismos postulados incluyen la modulación en la síntesis de eicosanoides, cambios en la estructura de las membranas celulares, alteraciones en el número y densidad de receptores, modificaciones en el número y función de las subpoblaciones linfocitarias y alteraciones en la producción y mecanismo de acción de citoquinas; los cambios importantes están relacionados con el excesivo consumo de grasas; se observa que un aumento en la ingesta de ácidos grasos saturados o poliinsaturados (mayor del 16% de las calorías totales) provoca depresión de la inmunidad mediada por células, incluyendo la función citotóxica , pruebas de hipersensibilidad cutánea retardada, respuesta de linfocitos a la estimulación mitogénica y actividad de las células natural killer. Por otra parte, las lipoproteínas parecerían estar involucradas en la regulación inmune; se ha observado que la hiperlipidemia en general y en particular los niveles altos de LDL-colesterol disminuyen in vitro la función fagocítica y la de los linfocitos, habiéndose reportado niveles bajos y en algunos casos aumentados de mitogénesis.
Toda reflexión relacionada con los efectos de los desequilibrios nutricionales sobre el sistema inmune deben asentarse sobre la base de la complejidad y heterogeneidad de las células inmunocompetentes, sus subpoblaciones y productos tales como interleukinas , interferón y otros sistemas inductores y/o reguladores.
Lo expuesto muestra como dos disciplinas -Nutrición e Inmunologia- en forma conjunta, pueden identificar los posibles mecanismos de acción de nutrientes específicos sobre el sistema inmune; esto permitiría formular el adecuado manejo nutricional para preservar el estado de salud a través del funcionamiento óptimo de los sistemas de defensa del organismo.
fuente: http://www.nutrinfo.com/pagina/info/inmunidad.html
Jose L. Rebolledo
20122359
EES
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